TENDENCIAS CIENTÍFICAS: Nueve países europeos se encuentran en la lista de los diez más felices del mundo, ¿pero tienen un lado oscuro?

Alcanzar la felicidad en los países más felices del mundo puede ser tanto bueno como malo para el bienestar, afirma un nuevo estudio.

Ver los países nórdicos como Finlandia (1), Dinamarca (2), Islandia (4), Noruega (6) y Suecia (7) constantemente entre los 10 primeros países más felices del mundo no resulta sorprendente. De hecho, si se suma Suiza (3), los Países Bajos (5), Luxemburgo (8) y Austria (10), ¡en nuestro continente se encuentran 9 de los 10 países! Alemania (13), Irlanda (15), el Reino Unido (17), la Chequia (18) y Bélgica (20) completan los 20 primeros.

Son muchos los factores que influyen en la felicidad, empezando por el concepto danés «hygge» (comodidad) convertido en palabra de moda y en un fenómeno mundial relativo a una conciliación sana entre la vida profesional y personal. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista «Scientific Reports» desvela que las personas en países con mayores índices de felicidad sienten más presión social por ser felices. Ello puede tener repercusiones psicológicas nocivas.«Sin embargo, ¿todo lo que se debe hacer es vivir en una de las naciones más felices del mundo? ¿Qué ocurre si se padecen dificultades para encontrar o mantener la felicidad en un mar de personas (supuestamente) felices?», escribieron Brock Bastian, autor principal y catedrático de la Universidad de Melbourne, y Egon Dejonckheere, investigador posdoctoral de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) en «The Conversation». «De este modo, vivir en países más felices puede ser bueno para la mayoría. Sin embargo, otros pueden sentir demasiada presión por estar a la altura y, en consecuencia, generar el efecto contrario».

Un equipo de investigadores australianos e internacionales comparó 7 443 respuestas otorgadas por personas de 40 países con los índices de felicidad de sus respectivos países. Los datos se obtuvieron de World Happiness Report.

«En todo el mundo, cuando las personas indican que padecen presión por sentirse felices y no estar tristes, suelen tener carencias en términos de salud mental —explicaron Bastian y Dejonckheere—. Es decir, sienten una menor satisfacción con sus vidas, más sensaciones negativas, menos sensaciones positivas y mayores niveles de depresión, ansiedad y estrés».

«¿Existen países en que esta relación sea especialmente fuerte?», se preguntaron los autores, al subrayar que «en países como Dinamarca, la presión social que sienten algunas personas por ser felices resultó ser un factor especialmente predictivo de una salud mental deficiente. Eso no quiere decir que, de media, las personas no sean felices en esos países —aparentemente lo son—, pero para aquellos que ya sienten una gran presión por sentirse alegres, vivir en naciones más felices puede llevar a un bienestar menor».Bastian y Dejonckheere añadieron que en algunos países como los nórdicos, sentirse feliz se puede considerar simplemente como lo que se debe hacer. La presión social que sienten las personas para cumplir dicha norma es mayor. Si no lo consiguen, empeoran las consecuencias.

Por lo tanto, ¿qué se puede hacer para evitar la presión de ser feliz y no estar triste? Los autores ofrecen una solución: «A nivel personal, sentirse y expresar felicidad es algo bueno. […] Aunque es bueno integrar la felicidad y la positividad en nuestras interacciones, también es bueno saber cuándo moderarlas, y así evitar la marginación de aquellos que quizás no compartan nuestra alegría en ese momento. Desde un punto de vista general, quizás es el momento de repensar cómo medimos el bienestar nacional. […] Tal vez es el momento de clasificar a los países no solo según su nivel de felicidad, sino según su nivel de seguridad y apertura ante una amplia gama de experiencias humanas».


fecha de la última modificación: 2022-02-25 17:15:01
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